Hacia la postura perfecta

«No es lo perfecto sino no lo imperfecto lo que tiene necesidad de amor»

Oscar Wilde

Una de las indicaciones básicas a la hora de instruir una postura o Asana de yoga, es que esta no nos dañe, a nosotros ni a los demás. Junto a esto, en los Yogasutras (II.46), uno de los textos fundamentales que recogen la sabiduría del yoga, Patañjali nos indica que toda postura deberá ser cómoda y estable.

Dicho así, dan ganas de tumbarse cómodamente en el suelo, en la postura final de relajación que llamamos Savasana, a descansar sin más.

Tomar estas instrucciones de forma aislada y al pie de la letra puede conducirnos a caer en la abulia o pereza, alejándonos del verdadero objetivo hacia el que nos invita la practica de Yoga, desarrollar todo nuestro potencial como seres humanos y así poder descubrir nuestra verdadera naturaleza.

Pero en este camino hacia el autoconocimiento, podemos encontrarnos también, con el otro extremo, la búsqueda incansable de «la postura perfecta».

Querer hacer la postura perfecta según nuestras creencias o deseos supone desconectarnos de lo que verdaderamente sentimos o somos, para alcanzar lo que «deberíamos ser».

Pero ¿donde se encuentra esa imagen de aquello que se supone deberíamos ser?…

Diferente será, que busquemos hacer las cosas lo mejor que podamos, lo cual no tiene que ver con perseguir el perfeccionismo. Será al instalarnos sobre nuestra esterilla, con aceptación sincera de la postura, así como se este haciendo en ese momento, que nuestra practica de Yoga se puede convertir en acto de amor hacia nosotros.

También en la vida cotidiana adoptamos distintas posturas, a veces somos hijos, pareja, amigos, padres o profesionales y al igual que durante la practica de Asana, siempre podremos elegir como colocarnos en ellas. Si nos instalamos con confianza y atención a los procesos de la vida, quizás descubramos que tiene esa «postura» para nosotros en ese momento.

¿Te animas a probar?

La taza de té

«Hay que vaciarse para poder llenarse. Una taza, dice Krisnhnamurti, solo sirve cuando está vacía. No sirve una taza llena, no hay nada que se pueda agregar en ella

¬Jorge Bucay
 Libro: El Camino de las Lágrimas

Nos encantan los cuentos!!, tienen esa capacidad de llegar a nuestro corazón por un camino más directo.

Esta vez os traemos un cuento sobre «soltar».

Ya hablamos de este tema en otra de nuestras entradas, sobre como el Yoga es una buena herramienta para enseñarnos a practicar este hábito saludable.

A veces, podremos ayudar a la vida en esta labor, en otras ocasiones, es ella la que nos presentará las situaciones donde, soltar o dejar ir, es la única opción si queremos continuar el camino más ligeros. Algunos tendremos que soltar tensiones después de escuchar a nuestro cuerpo, otros situaciones personales, dejar ir a seres queridos, tal vez formas de ver la realidad que creíamos eran verdades absolutas o dejar la queja para asumir la responsabilidad…

Sea lo que sea que necesites, por aquí os dejamos este maravilloso cuento, que esperamos lo disfrutes.

Erasé una vez…

Gran Maestro —dijo el discípulo—, he venido desde muy lejos para aprender de ti. Durante muchos años he estudiado con todos los iluminados y gurús del país y del mundo y todos han dejado mucha sabiduría en mí. Ahora creo que tú eres el único que puede completar mi búsqueda. Enséñame, Maestro, todo lo que me falta saber.

Badwin, el sabio, le dijo que tendría mucho gusto en mostrarle todo lo que sabía pero que antes de empezar quería invitarlo con un té.

El discípulo se sentó junto al Maestro mientras él se acercaba a una pequeña mesita y tomaba de ella una taza llena de té y una tetera de cobre.

El Maestro alcanzó la taza al alumno y cuando éste la tuvo en sus manos empezó a servir más té en la taza que no tardó en rebasarse.

El alumno con la taza entre las manos intentó advertir al anfitrión: 

—Maestro…

El Maestro Badwin como si no entendiera el reclamo siguió vertiendo té, que después de llenar la taza y el plato empezó a caer sobre la alfombra. 

¡Maestro! —gritó ahora el alumno—, deja ya de echar té en mi taza. ¿No puedes ver que ya está llena? 

Badwin dejó de echar té y le dijo al discípulo: 

Hasta que no seas capaz de vaciar tu taza no podrás poner más té en ella.

Hay que vaciarse para poder llenarse. 

Para crecer entonces voy a tener que admitir el vacío. El espacio donde por decisión, azar o naturaleza ya no está lo que antes podía encontrar. 

¿Te animas a probar?

¿Por qué enseñar Yoga a los niños?

Si algún lector nuevo ha aparecido por el Blog, recordaremos que el YOGA junto a los beneficios que nos aporta movilizar nuestras articulaciones, fortalecer las musculatura y corregir malas posturas entre otros, nos ofrece mucho más. A través de nuestro cuerpo, podremos conocer qué sucede en nuestro interior y aprender a cuidarnos, a nosotros mismos y a los demás.

En una ocasión, los niños que venían habitualmente a yoga, me pidieron un día hacer una clase «como la de los mayores«. Aquel día les propuse que haríamos la primera parte como adultos, y en la segunda mitad yoga para niños. Al finalizar la primera parte de la clase me preguntaron con cara de aburrimiento:

¿Y porque los mayores no bailan?……

Cuerpo, mente y corazón de los más pequeños están en crecimiento, es por esto que el Yoga cuando va dirigido a los niños no puede ser similar a las clases de adultos. No buscamos los mismos objetivos y necesitaremos adaptar la metodología a los estilos de aprendizaje según las edades.

Junto a las conocidas posturas de yoga o Asanas (no todas recomendadas para los niños), hay música, danza, dibujos, cuentos y juegos, donde no buscamos ganar, el aprendizaje requiere divertirse en estas edades.

Mural realizado por los niños en las clases de Yoga

Algunos de los niños que vienen a clases de yoga comentan, «me gusta porque me calma», es que «lo necesito» , llegan con mucha curiosidad a la clase, no quieren perderse ninguna y a veces se quejan porque termina…..sin duda estos son buenos indicadores de resultados.

Las clases de yoga para niños, suponen una oportunidad para mover sus cuerpos conscientemente, es allí donde se manifiestan las emociones, aprender a reconocerlas es parte del aprendizaje emocional.

Y así, a modo de intrépidos exploradores, nos adentraremos en cómo se experimenta la calma a través de los ejercicios de respiración, como se siente el cuerpo relajado o la fortaleza, conectando con lo que somos, y poder volver a ese lugar cuando lo necesitemos.

Como no todos los niños mantienen la misma relación con su cuerpo, los ejercicios necesitarán estar orientados a aumentar la coordinación de pies y manos, la conciencia espacial y el sentido del ritmo. De esta forma, se irá desarrollando poco a poco una mayor conciencia corporal que permita colocar nuestra postura de forma correcta, para no dañarnos, pero también para confiar en nosotros, desde el respeto a lo que somos y a los demás.

Las técnicas de Mindfulness suelen combinar muy bien con las herramientas del Yoga, son buenos aliados para mejorarán la capacidad de enfocarse y concentrarse. Es por esto que los ejercicios de atención plena o meditación, forman parte de nuestros juegos en las clases de Yoga para niños.

¿Te animas a probar?

¿Dónde se esconde la Felicidad?

Uno de los cuentos que no suele faltar en mis clases de yoga para niños es este. Si hay algo que todos tenemos en común es que queremos ser felices, todos buscamos nuestro bienestar, aunque a veces en lugares donde no se encuentra. Mirar dentro de nosotros es una de las maneras que tenemos para contactar con ella……

Erasé una vez …

En cierta ocasión, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo:

-Un momento, si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses. Deberemos quitarles algo…..

Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:

– Ya sé, vamos a quitarles la felicidad.

– Pero… ¿dónde vamos a esconderla para que no la encuentren? – Respondió otro.

– Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo.

– No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla.

– Entonces… podemos esconderla en el fondo del mar.

– No, recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano construirán una máquina que pueda descender a las profundidades del mar.

– ¿Por qué no la escondemos en un planeta lejano a la tierra?

– Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas. Entonces conseguirán la felicidad y serán iguales a nosotros.

Uno de los dioses, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con interés las ideas propuestas por los demás dijo:

– Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad, donde nunca la encuentren.

Todos le miraron asombrados y le preguntaron:

– ¿Dónde?

La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán.

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo.

Cuento anónimo

¿Te animas a probar?

Mas allá de ASANA

«Se dice que existen tantas Asanas como seres vivos»

André Van Lysebeth

Con el término Asana nos referimos en sánscrito a las «posturas» que se realizan con el cuerpo durante una práctica de Yoga. Es probable que sea lo primero que acude a nuestra cabeza cuando pensamos en Yoga, a pesar de ser solo una de las múltiples herramientas que este método propone para que las personas podamos tomar conciencia de todo nuestro potencial, nuestra verdadera naturaleza.

… existen Asanas sencillas y otras muy sofisticadas

Pero en ningún caso, colocarnos en una de estas posturas deberá dañarnos, esta es una premisa básica a cumplir cuando practicamos.

Puede parecer obvio, pero no siempre lo es, las personas somos capaces de colocarnos en posiciones bastantes comprometidas a veces, para demostrar algo a nosotros o a los demás. También están aquellas personas que no perciben el daño que se pueden estar ocasionando, al vivir alejados de su cuerpo, este en ocasiones necesita gritar muy alto para que se le escuche.

Existe otro aspecto de Asana que merece nuestra atención, es la forma como construimos la postura. Puede ocurrir que la postura a realizar sea nueva o quizás ya la hemos practicado en otras ocasiones, en ambos casos colocarse en actitud de principiante suele ser lo recomendable, observar con la curiosidad de un niño vuelve luminoso el momento presente.

Así como el agua de un rio no pasa dos veces por el mismo lugar, cada momento de nuestra práctica es único e irrepetible.

Asana nos invita a explorar horizontes nuevos, sensaciones no experimentadas anteriormente que traerán luz a una nueva realidad. Es así como una sesión de Yoga se convierte en un diálogo silencioso con el propio cuerpo.

Los beneficios de Asana alcanzan no solo a nuestras articulaciones, sistema linfático, circulatorio y muscular, entre otros, estos son solo una parte del ambicioso objetivo del Yoga, integrar todo lo que somos, cuerpo, mente y corazón.

… también se beneficiará nuestra función respiratoria.

Lo habitual en esta vida de prisas que solemos llevar, es que la respiración se vuelva superficial, por lo tanto insuficiente para nuestro organismo. Nos olvidamos, que el oxigeno es el principal alimento de nuestras células, sin él no es posible que nuestro organismo asimile los alimentos, función que sirve para que se libere la energía que necesitamos para vivir.

¿Porque utilizar solo una pequeña parte de todo nuestro potencial?.

Muchas de estas posturas o Asanas son una invitación a restaurar esa función respiratoria perdida y digo «perdida» porque en realidad no supone aprender nada nuevo sino darnos permiso para dejar que aflore la respiración natural, esa que no requiere esfuerzo y que nuestro cuerpo sabe hacer por si solo.

De este modo, creamos espacios, …ensanchando, alargando, enraizando, fortaleciendo, relajando, … son algunas de las formas que tiene Asana para ayudarnos en esta labor.





¿Te animas a probar?

Del Hacer al Ser, sobre la esterilla de Yoga

Sonríe, respira y ve lentamente

Thich Nhat Hanh

En algún momento ocurre, que comenzamos a creernos que somos aquello que hacemos. Es entonces que llenamos las agendas de tareas, actividades «que hacer», sintiéndonos que nuestra vida esta llena

… y sin duda lo está!!!

Es así como nos colocamos en el «modo hacer», a veces incluso antes de acabar una actividad ya estamos pensando en otras cosas por alcanzar. Puede suceder que nos descubramos pensando: «tengo que hacer otro curso o leer otro libro», «cuando termine esta tarea y haga la siguiente estaré más gusto» y así hasta el infinito, porque cuando terminamos eso que nos propusimos, aparecerá otro nuevo proyecto, que seguramente no será suficiente…

No se trata de adoptar una actitud de falta de interés general o indiferencia, hay muchas cosas interesantes que pueden hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Pero al estar tan ocupados, nos vamos distanciando de nuestras verdaderas necesidades y deseos,

…así va definiendo lo que somos, aquello qué hacemos o dejamos de hacer.

En ocasiones también llevamos este «modo hacer» a la esterilla de Yoga y ahora lo que toca es «hacer las posturas», una y después otra, cuantas más mejor.

Pero junto a todos los beneficios físicos de las Asanas o Posturas de yoga, su practica nos ofrece la oportunidad de conectarnos con lo que sentimos … aprender que la respiración es un gran chivato de la velocidad con la que vamos por la vida … observar como se experimenta en el cuerpo el bienestar… o si nuestras decisiones salen desde el corazón o no.

El Yoga nos invita a pasar del modo "hacer" al "ser"

Por suerte, somos mucho más que aquello que hacemos, el trabajo que tenemos o las actividades que realizamos. Habitar esa parte que está en cada uno de nosotros, pasar al «modo ser», nos permitirá «sentir lo que hacemos» y decidir desde donde queremos actuar.

Ten en cuenta que no asumir una determinada postura y permitirse sentir y reconocer lo que aflora en tu cuerpo y en tu mente, se considera también una postura de yoga. 

¿Te animas a probar?

Como el Yoga nos ayuda a soltar.

«Si miramos el objeto de nuestro apego con una simplicidad nueva, comprenderemos que no es ese objeto lo que nos hace sufrir, sino el modo en que nos aferramos a él»

Mattieu Ricard

Hoy hablamos de «Soltar» y como el Yoga cuenta con herramientas que nos pueden ayudar en este sentido. Pero ¿soltar qué?, quizás lo primero que percibimos al iniciarnos en la practica de Yoga es cuanta tensión en forma de estrés, contracturas, agitación mental, rigideces ….traemos a la clase de yoga.

Solemos ponerle a la vida más esfuerzo del que nos pide o vivir aguantando, apretando, forzando situaciones que aunque no nos traen bienestar, las miramos como nuestra «normalidad», algo que no está en nuestra mano cambiar.

De esta manera, al practicar yoga y gracias a la lupa de la Atención, percibimos todas esas huellas que dejan en el cuerpo estas situaciones y tras seguir una clase bien equilibrada energéticamente, podemos experimentar el alivio de «soltar» la musculatura del cuello, de los hombros, sentirnos por algunos segundos muy agustito en la última Asana de relajación.

Ya vamos soltando algo...

Para la practica de esta disciplina la persistencia es un requisito, lo que conocemos por Tapas, (bueno para esto y cualquier cosa de las que merecen la pena, que queramos conseguir en la vida, ). Al continuar practicando comenzamos a darnos cuenta de cuantos pensamientos «agarramos» que nos limitan, tales como «yo no puedo hacer esa postura», «es que no tengo flexibilidad», «uf! estoy ya muy mayor para esto» o «tengo que hacerlo perfecto», incluso sentirnos algo torpes al querer acompasar los movimientos a la respiración en el Vinyasa del saludo al sol.

¿Qué pasaría si fuéramos capaces de soltar todos estos pensamientos?... 

Al soltar, nos atreveremos a transitar por posturas nuevas en un entorno seguro, nuestra esterilla, explorar nuevas sensaciones, una nueva forma de posicionarnos, también en el mundo. Es así como crearemos espacio para que algo nuevo se desarrolle, que nos aporte más paz y alegría.

Ya lo sé, no es fácil...

Que esto sea así, no debe ser una excusa, ¿cuántas cosas no fáciles a priori has iniciado y después visto todo lo bueno que traían a tu vida?. Nuestra forma de ver, de mirar a los demás o mirarnos, en ocasiones funciona como un hábito del que cuesta desprenderse, algo así como dejar el azúcar, de fumar o salir del sedentarismo. Pero solo si abandonamos estos viejos hábitos poco saludables, podremos dar paso a que poco a poco, otros nuevos más beneficiosos se instalen.

El Yoga confía que todos tenemos esa capacidad de dejar marchar aquellas cosas que nos alejan de conocer la verdadera naturaleza de nosotros y de todas las cosas, nos invita a dejar ir aquello que nos trae sufrimiento en lugar de felicidad.

¿Te animas a probar?

Escuchando a nuestro Cuerpo

El cuerpo dice lo que queda más allá de las palabras”

Martha Graham

En una entrada anterior en este Blog titulada El cuerpo y sus razones, hablábamos sobre cómo el desarrollo de la conciencia corporal es un pilar básico para conseguir bienestar. Pero un tema tan fundamental como apasionante, bien se merece que le dediquemos otro espacio para que sigamos profundizando en él.

Aunque a veces nos pase desapercibido, solemos vivir en general bastante alejados de nuestro cuerpo, más cercanos a nuestra mente que organiza, imagina y nos dice como debemos sentirnos, que debemos hacer y que decisiones tomar. No estamos hablando de la practica de deporte, siempre muy recomendable, que nos mantiene en forma y repara las secuelas de una vida bástate sedentaria que solemos llevar.

Tampoco nos estamos refiriendo a valorar si estamos en nuestro peso o nos sobra algún kilo, o si nuestros músculos están lo bastante desarrollados o no.

Escuchar a nuestro cuerpo, es una invitación a prestar atención a la sensación física sentida, lo que no tiene nada que ver con pensar en el cuerpo. Esta indicación aunque suene sencilla a veces requiere un tiempo de práctica para darnos cuenta que solo consiste en reconocer las sensaciones presentes. De esta manera, la observación corporal nos resultará de gran utilidad para clasificar esas sensaciones y experiencias internas en tres grandes categorías: agradables, desagradables y neutras.

Al trabajar con técnicas que como el Yoga fomentan el de autonocimiento, para desarrollar todos los aspectos de nuestra naturaleza, descubrimos que el cuerpo tiene su propia sabiduría y si lo escuchamos atentamente, puede mostrarnos donde se depositan nuestras tensiones físicas, emocionales y los impactos de nuestros pensamientos. 

Habitualmente en nuestra vida diaria de rutinas y prisas suele resultar complicado estar cerca del cuerpo y «escucharlo», aún así él a veces nos susurra información sobre como se encuentra y si no le escuchamos termina «gritándonos» en forma de alguna dolencia más importante que nos hace parar para atenderlo.

Este ejercicio de desarrollar la observación corporal, nos va a permitir darnos cuenta y reconocer, como nuestro cuerpo siente o experimenta, lo que puede resultar muy útil a todos los niveles especialmente para trabajar con el estrés, la ansiedad y el dolor físico. 

Al sentir lo que nuestro cuerpo experimenta en cada momento, podremos descubrir que algunas de las sensaciones que experimentamos, pueden ir acompañadas de pensamientos y emociones, ante lo que no necesitamos hacer nada más que reconocerlo. Este reconocimiento consiste en ver las cosas tal cual son, nos gusten o nos desagraden.  La aceptación de estas sensaciones, nos permitirá estar a gusto o en paz con las cosas tal cual son.

Pero esta atención al cuerpo requiere de una actitud amable ante lo que observemos, algo así como imaginar que colocamos un saquito térmico caliente en esa zona de nuestro cuerpo donde percibamos algún tipo de tensión, permitiendo que se ablande, mientras nos dejamos acompañar por la respiración natural, lenta y profunda.

¿Te animas a probar?

El Buscador

Os traemos nuevo cuento a nuestro Blog, ellos tienen la habilidad de hacernos despertar, por eso nos gustan tantos.

En esta ocasión, Jorge Bucay nos recuerda que el único tiempo y verdadero es el tiempo vivido conscientemente. A veces nos perdemos deseando que las cosas sean diferentes, pensando que estaremos completos cuando…hagamos ese viaje, tengamos ese trabajo, encontremos esa pareja,…

Te invitamos a parar, respirar y sentir la vida que se hace en este instante, donde no necesitamos ser nadie diferente más que lo que somos AHORA.

Erasé una vez…

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…
Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquel lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.
Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo:
– Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…:

“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado.
A la derecha, cuanto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…?
Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?
¿Y la boda de los amigos?
¿Y el viaje más deseado?
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?
¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido.

¿Te animas a probar?

Compasión en epoca de Pandemia

La verdadera compasión no consiste en desear ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros, sino en darnos cuenta de nuestro parentesco con todos los seres.

Pema Chödron

El término compasión es frecuentemente utilizado en los contextos de Mindfulness, en aquellos entornos donde se practica meditación basada en las antiguas practicas Budistas y en algunos entornos de Yoga. Incluso han surgido movimientos que buscan hacer extensible los sentimientos de compasión a toda una ciudad, como Badajoz Contigo Ciudad Compasiva.

Enseñar practicas de atención plena, aisladas del entrenamiento en compasión, no tiene ningún sentido. Un ladrón que pretende robar una cartera en el metro, estoy segura, que emplea en ese momento una atención refinada y plena eso sí, poco compasiva. Esto nos hace comprender que el entrenamiento en Mindfulness o Atención Plena aislado de las prácticas en compasión quedaría cojo, incluso arriesgado.

El sentimiento de compasión puede tomar dos direcciones, dirigirse hacia los demás y hacia nosotros.

La primera vez que escuché hablar de compasión fue al psiquiatra y pionero en introducir el Mindfulness en España, Vicente Simón, alguien que emana tanta sabiduría como humildad cuando comunica. Durante aquella formación nos introdujo en el sentimiento de Autocompasión, alejado de la lastima y la autocomplacencia. Lo consideraba de especial importancia, ya que como adultos -nos decía- hace bastante tiempo que dejamos de tener una persona que cuida de nosotros, que sepa lo que sentimos y que nos ayude en cualquier momento. Así nos sumergía en la meditación basada en la compasión, darnos a nosotros el mismo cuidado, consuelo y serenidad que de forma natural hacemos llegar a quienes queremos cuando están sufriendo.

Una de las lecciones que esta Pandemia nos está dejando es mostrarnos cómo en muchas ocasiones, no es posible cambiar las circunstancias vitales, sobre ellas no tenemos control, aún cuando vivamos en una falsa seguridad, que nos tranquiliza. Las emociones negativas, las circunstancias adversas nos llegan sin que lo deseemos y a todos por igual, tocándonos lidiar con ellas, con la única certeza de saber que no son eternas y pasarán.

La compasión fluye de manera natural cuando alguien a quien queremos sufre, es el mismo sentimiento que podemos dirigir hacia nosotros si somos los que sufrimos. Se asocia a bienestar, inteligencia emocional, optimismo y felicidad.

Todo sentimiento compasivo implica la intención de aliviar, reconfortar, dar ánimos, motivarse a uno mismo y al otro en lugar de criticarse o criticar.

Cuando miras con ojos de eterno aprendiz, una situación tan desconcertante como la pandemia que vivimos puede ser una oportunidad para aprender y transformarnos. Nos brinda la posibilidad de dirigir nuestros sentimientos compasivos hacia sanitarios, maestros, niños, jóvenes, ancianos o empresarios que se han encontrado con una circunstancia vital que nunca hubieran elegido.

A su vez, también podemos dirigir esos sentimientos compasivos hacia nosotros, acompañarnos con un bálsamo de comprensión y cuidado por nuestra privación de movilidad, nuestros miedos ante el contagio de nuestros seres queridos o de nosotros.

¿Te animas a probar?