Una de las funciones de la mente, que nos aporta numerosos beneficios desarrollarla es la Atención. Suele debilitarse debido a los numerosos estímulos que nos abordan constantemente, pero lo mejor es que al igual que lo hacemos con otros músculos de nuestro cuerpo, también es posible ejercitarla.
Entrenar la atención es clave si queremos llevar bienestar a nuestras vidas, si pretendemos reducir el estrés y liberarnos de la ansiedad que se instala sin darnos cuenta en nosotros. La relación entre atención y emociones es tan estrecha, que cuidando la primera, mejoraremos las segundas.
Lo habitual es que vivamos con la atención hacia fuera, hacia todos los estímulos que constantemente nos bombardean y así vamos alejándonos de un mundo interior donde residen nuestros sentimientos, necesidades y la sabiduría natural que está dentro de todos nosotros.
Te has planteado alguna vez, ¿donde quieres poner tu atención?
Podemos elegir hablar con atención o sin ella y después nos tocará asumir las consecuencias de nuestras palabras, de las dichas y de las que nos callamos.
Sin atención quizás «oiremos» pero no «escucharemos» lo que los demás tengan que contarnos, por el contrario podemos estar pensando la respuesta antes que nuestro interlocutor haya terminado de hablar y convertir una conversación en una sucesión de monólogos. También será difícil escucharnos a nosotros mismos si nuestra mente está siempre tan ocupada en mil asuntos, a veces de forma tan automática, que nuestras necesidades nos pasan desapercibidas.
Un conocido cuento Zen nos habla de esto:
El discípulo le pregunta al Maestro ¿que es lo que haces para alcanzar la sabiduría?, a lo que este le responde;
– Cuando como, como; cuando duermo, duermo
-Pero esto lo hace todo el mundo- replica el discípulo
– No es cierto- dice el sabio-, la mayoría de las personas cuando comen, piensan en mil cosas diferentes y cuando duermen sueñan en mil cosas distintas. Yo cuando como, como; cuando duermo, duermo, solo eso.
El Yoga es una de esas disciplinas que nos invita a entrenar nuestra Atención, entre otras muchas cosas y así nuestra conciencia se intensifica. Podemos aprender a llevar nuestra atención al cuerpo durante su práctica, a la respiración o entrenarnos en distintas practicas meditativas.
Pero también podemos hacer más fuerte nuestra atención en la vida diaria, tratando de conectarnos con lo que hacemos en cada momento y apartando las distracciones hasta concluir la tarea que estemos realizando, ya que sabemos que ser feliz es cuestión de voluntad.
Desarrollar una Atención fuerte nos da la libertad para elegir en cada instante como actuar, nos hace responsables de nuestras experiencias en ese único momento que existe realmente, el aquí y el ahora. Nos va a permitir tomar conciencia de nosotros mismos, de lo que es sano y de lo que no, de lo que nos daña o daña a los otros, de lo que realmente está sucediendo. En definitiva vivir una vida más consciente.