¿Pueden los niños meditar?

Las técnicas de meditación parece que han llegado a Occidente con intención de quedarse. La causa de esta buena acogida se la debemos a la ciencia, más concretamente a las investigaciones realizadas desde la Neurociencia y Mindfulness, que han podido traducir al lenguaje científico todas sus bondades y beneficios para nuestro bienestar.

En el ámbito infantil van ocupando cada día, paso a paso su espacio. Así encontramos ya en España, programas bastante consolidados que aplican estas herramientas en el ámbito educativo.

Si por Mindfulness entendemos la aptitud de la mente para prestar atención a lo que hay en el momento presente, estando conscientes de cada momento vivido, tenemos que reconocer que los niños son grandes maestros en esta habilidad. De manera natural ellos la poseen, ya que se trata de una capacidad básica, que con el tiempo y el estilo de vida se va perdiendo, dando paso a que los pensamientos y el mundo cognitivo tomen las riendas y gobiernen sus vidas y las nuestras. Así llegamos a convertirnos en adultos distanciados de nuestros cuerpos, de nuestras emociones y necesitamos aprender nuevamente a conectarnos con lo que sentimos y lo que verdaderamente somos.

Sembrar las semillas de la atención plena a edades tempranas, supone que los niños crezcan, teniendo en su caja de herramientas para enfrentar el mundo, la llave que les recordará que siempre pueden volver a su centro, a la calma y al sentir.

Vicente Simón, psiquiatra y pionero en introducir la meditación y Mindfulness en España, nos dice que: «La meditación nos tranquiliza, desarrolla nuestra capacidad de concentración y atención, nos ayuda a ver y comprender con claridad lo que sucede (tanto dentro de nosotros, comprendiendo nuestras emociones y sentimientos, como fuera en el mundo externo), mejora nuestras habilidades sociales y hace que seamos capaces de tratar a nuestros semejantes y a nosotros mismos de manera más humana y compasiva»

Existen dos entornos propicios para que los niños aprendan a meditar: la familia y la escuela. Cuando hablamos de educación, predicar con el ejemplo suele ser un buen método, de ahí que se necesite de padres y maestros conscientes del bien que les puede aportar a los niños y adolescentes adquirir estas herramientas.

Los niños pueden aprender a meditar aunque las técnicas utilizadas sean ligeramente distintas a las de los adultos.

El Yoga con niños ofrece este contexto donde poder aprender a conocerse emocional y físicamente, a tomar conciencia de su cuerpo, familiarizarse con la respiración y descubrir sus beneficios, a ver en la diversidad un gran potencial. Este contexto ligeramente diferente, que necesitan los niños para aprender a meditar, no es otro que un entorno lúdico, donde el juego y la diversión están siempre presente, donde la música, el baile o la pintura forman equipo con las posturas de Yoga y los ejercicios de concentración y respiración.

¿Te animas a probar?