¿Buena suerte? ¿Mala Suerte?, ¡Quién sabe!

Ante los acontecimientos que nos suceden, nuestra mente corre rápida a valorar si es «bueno» o «malo«.

Pero en ocasiones, el tiempo nos trae otra versión, y aquello que vivimos como algo trágico, supone posteriormente una gran oportunidad, quizás para aprender algo nuevo, o plantearnos cambiar una situación que nos ahogaba. Al igual, algo que nos aparece en la vida como una maravilla termina convirtiéndose en una complicación y nos trae nuevas dificultades. Nuestra capacidad para ver la realidad en toda su amplitud, es limitada.

¿Buena suerte?, ¿Mala suerte?, ¡quién sabe!.

El cuento que en esta ocasión os traemos y que hemos leído en varias fuentes, nos invita a reflexionar sobre esto y abrirnos a una realidad sin etiquetas.

Dice así…..

«Un día, al hijo de un granjero anciano se le escapó el único caballo que tenían. Cuando los vecinos se enteraron, acudieron a su casa para solidarizarse y le dijeron: «Oye, qué desgracia, qué mala suerte», a lo que el anciano contestó sin inmutarse: «¿buena suerte?, ¿mala suerte?, ¡quién sabe!».

Al día siguiente, el caballo volvió al establo y trajo consigo siete caballos salvajes que le siguieron desde la montaña. Esto convertía ahora al anciano en el hombre más rico del pueblo. Todos los vecinos lo visitaron y le dijeron: «Oye, ¡qué buena suerte!». A lo que el anciano respondió: «¿buena suerte?, ¿mala suerte?, ¡quién sabe!»..

Al día siguiente, el hijo del anciano, que era el que le ayudaba con todas sus actividades, se cayó y se rompió una pierna mientras intentaba domar a uno de estos caballos salvajes. Esta situación podía ser un obstáculo, pues se acercaba el invierno y sin el hijo, el anciano tendría grandes problemas.

Los vecinos fueron a ver al anciano de nuevo y le dijeron: «Qué desgracia, qué mala suerte. Ahora tienes los caballos pero no tienes la ayuda de tu hijo. Es algo terrible«. Y el granjero anciano les dijo: «¿buena suerte?, ¿mala suerte?, ¡quién sabe!»..

Al día siguiente, llegó el ejército al pueblo para reclutar a todos los jóvenes para una guerra prácticamente suicida, pero al hijo del anciano no lo reclutaron porque tenía una pierna rota, así que se quedó a salvo en casa. Todos los vecinos volvieron a ver al anciano y le dijeron: «Oye, ¡qué bien, qué buena suerte! A mi hijo lo han reclutado y al tuyo no.» Y el anciano les contestó de nuevo: «¿buena suerte?, ¿mala suerte?, ¡quién sabe!»..

¿Te animas a probar?

De la Queja a la Responsabilidad

«No es lo que sucede lo que determina nuestra vida, sino más bien lo que hacemos con lo que sucede»

Marquier, 1998

La queja es un fenómeno tan común que nos hemos familiarizado con ella y hasta nos parece de lo más normal. De manera que no siempre nos damos cuenta de ella y podemos pasar tiempo manteniendo conversaciones sobre «si no me gusta el tiempo que hace», «lo poco que colabora mi pareja», «lo irrespetuosos que son los demás vecinos», «lo fácil que sería solucionar algo y la otra persona no lo ve»….

Esta actitud de quejarse ante lo que sucede no es un rasgo permanente de la personalidad, sino que está relacionado con programaciones mentales, hábitos adquiridos que llevan a la persona a percibir de esa manera negativa la realidad. Cuando actuamos desde este tipo de patrones mentales, sufrimos mucho, ya que afloran sentimientos de impotencia ante la vida y el deseo de que los demás sean diferentes o las circunstancias cambien.

Annie Marquier, directora del Instituto para el Desarrollo Personal en Canada, tiene una teoría muy bonita sobre este tema. Esta licenciada en matemáticas, participó en la creación de la comunidad internacional de Auroville, de la que te hemos hablado en otra entrada, estudió yoga y Psicología, y nos propone para abandonar la queja el «principio de responsabilidad». Este concepto viene a ser similar a otro muy utilizado en el ámbito de la Psicología laboral, la Proactividad, ambos nos recuerdan nuestra libertad para elegir como queremos actuar ante cualquier situación.

«La Responsabilidad es la capacidad para elegir libremente nuestras respuestas»

Marquier nos habla de dos formas de percibir la realidad:

  • Desde el victimismo: Responsabilizando a los factores externos de lo que ocurre y poniendo el control de nuestro bienestar fuera de nosotros (en como los demás se comportan, el tiempo que hace,…)
  • Desde la responsabilidad: sintiéndonos responsables de nuestra propia manera de percibir la realidad.

¿Que significa ser responsable?

Implica estar enfocado en las consecuencias de nuestras acciones, tomar el control de nuestro bienestar. Poder decidir como queremos vivir, es un derecho del ser humano, aunque a veces genere miedos e incertidumbres. Al actuar desde esta responsabilidad cambiamos la forma de mirar la vida, si algo no nos gusta o no funciona en lugar de quejarnos y esperar que los astros se alineen a favor nuestro, nos enfocamos en lo que podemos hacer, pensando que lo que determina la vida no es lo nos sucede, sino lo que decidimos hacer con aquello que nos sucede.

Asumir que somos responsables de nuestro estado interior, de nuestro bienestar y así poder decidir desde donde responder a las situaciones, si desde la ira y la queja, o desde la calma y la apertura.

¿Que puedes hacer para salir de la queja y cultivar la responsabilidad?

  • Date cuenta de lo que sucede en el momento presente. ¿Qué pensamientos surgen cuando te quejas?, ¿qué sentimientos le acompañan?, ¿en que parte del cuerpo se refleja esa emoción?
  • Aprende a regular las propias emociones, no supone reprimirlas ni identificarte con ellas. Una vez que seas conscientes de un patrón emocional y mental con el que respondes frente a la vida, tendrás la posibilidad de elegir tus reacciones internas frente a las situaciones que se presenten.
  • Cultiva el pensamiento que te recuerda, que dentro de ti mismo tienes toda la fuerza y el poder para crear tu vida como deseas.
  • Cuando te descubras quejándote, pregúntate ¿qué puedo aprender de mi mismo en esta situación?

¿Te animas a probar?

El Helecho y el Bambú, cuento sobre la Resiliencia.

Os traemos esta vez un cuento anónimo que nos recuerda que no perdamos la ilusión, que seamos resilientes y continuemos perseverando en aquello que queremos conseguir, aunque no veamos aún los resultados.

Esto también lo podemos experimentar al practicar yoga, nuestro afán de «hacer la postura» hace que no seamos conscientes que lo realmente importante es el camino hasta ella, ahí reside toda la sabiduría que podemos adquirir y que después nos será útil en nuestro día a día. Dice así….

Había una vez un carpintero que parecía tener su vida resuelta. Tenía su taller, una mujer a la que amaba y dos hijos. Sin embargo, un día comenzó a tener menos pedidos, por lo que empezaron a haber problemas económicos en la casa.

El hombre quería cuidar su trabajo, y para hacerlo comenzó a intentar distintas formas de sacar su taller adelante, pero ninguna daba resultado. Los problemas económicos comenzaron a generarle problemas con su mujer, y los niños, al verlos tristes y peleados, empezaron a tener dificultades en el colegio.

El carpintero se sentía desanimado: nada de lo que hacía parecía tener sentido, puesto que las cosas iban cada vez peor. Un día, a punto de tirar la toalla, decidió ir al bosque a ver a un viejo sabio.

Había caminado una media hora por el bosque, cuando se encontró con el anciano. Este tenía una casa humilde y al ver al carpintero lo invitó a pasar para que tomaran un té. Notó la preocupación en su semblante y le preguntó qué le pasaba. El carpintero le relató sus desventuras, mientras el anciano lo escuchaba atenta y serenamente.

Cuando terminaron de tomar el té, el anciano invitó al carpintero para que fuera a un esplendoroso solar que había en la parte trasera de la casa. Allí estaban el helecho y el bambú, al lado de decenas de árboles. El anciano le pidió que observara ambas plantas y le dijo que tenía que contarle una historia.

Hace ocho años tomé unas semillas y planté el helecho y el bambú al mismo tiempo. Quería que ambas plantas crecieran en mi jardín, porque las dos me resultan muy reconfortantes. Puse todo mi empeño en cuidarlas a ambas como si fueran un tesoro

Poco tiempo después noté que el helecho y el bambú respondían de manera diferente a mis cuidados. El helecho comenzó a brotar y en apenas unos meses se convirtió en una majestuosa planta que lo adornaba todo con su presencia. El bambú, en cambio, seguía debajo de la tierra, sin dar muestras de vida.

Pasó todo un año y el helecho seguía creciendo, pero el bambú no. Sin embargo, no me di por vencido. Seguí cuidándolo con mayor esmero. Aun así, pasó otro año y mi trabajo no daba frutos. El bambú se negaba a manifestarse.

Tampoco me di por vencido después del segundo año, ni del tercero, ni del cuarto. Cuando pasaron cinco años, por fin vi que un día salía de la tierra una tímida ramita. Al día siguiente estaba mucho más grande. En pocos meses creció sin parar y se convirtió en un portentoso bambú de más de 10 metros ¿Sabes por qué tardó tanto tiempo en salir a la luz?.

El carpintero, después de escuchar la historia, no tenía idea de por qué el bambú había tardado tanto en manifestarse. Entonces, el anciano le dijo.

Tardó cinco años porque durante todo ese tiempo la planta trabajaba en echar raíces. Sabía que tenía que crecer muy alto y por eso no podía salir a la luz hasta tanto no tuviera una base firme que le permitiera elevarse satisfactoriamente. ¿Comprendes?

El carpintero, entonces, comprendió que todas sus luchas estaban destinadas a echar raíces. Y que el hecho de no ver los frutos de su trabajo en ese momento no significaba que estuviera perdiendo el tiempo, sino que se estaba haciendo más fuerte.

Antes de dejarlo ir, el anciano le dio al carpintero un último mensaje:

«Esta historia debe recordarte que no importa cuánto tarde algo en dar sus frutos. Lo más importante en un momento difícil no es buscar a toda costa ver resultados».

«En cambio, lo fundamental es trabajar arduamente en las raíces. Pues sólo gracias a ellas podrás crecer y convertirte en la mejor versión de ti mismo».

¿Te animas a probar?

Resiliencia: para la etapa COVID -19.

La vida en ocasiones nos pone a prueba, como está sucediendo estos días con la situación del COVID -19, que nos exige una serie de medidas para evitar que el coronavirus se propague, entre ellas que nos quedemos confinados en casa y como consecuencias problemas laborales o de relaciones.

Ante una misma situación, las personas reaccionamos de formas diferentes, poniendo en marcha distintas estrategias de afrontamiento. Ante esta realidad tenemos la opción de verlo como un obstáculo, quejarnos y hundirnos o por el contrario sobreponernos, salir fortalecidos y desarrollar nuestra RESILIENCIA.

Hablamos, de la capacidad humana de asumir con flexibilidad las situaciones adversas y sobreponernos a ellas. Desde la Psicología añaden, que esta fortaleza personal no solo supone afrontar esta situación critica, sino salir fortalecidos de ella.

¿Cómo se comportan las personas resilientes?

Las personas resilientes son aquellas que utilizan estas situaciones para crecer, desarrollando el máximo de su potencial para convertirse en la mejor versión de ellos mismos.

Las investigaciones indican que las personas resilientes son más optimistas y se caracterizan por usar las emociones positivas como estrategia de afrontamiento. Además, hacen frente a las experiencias adversas utilizando el humor, la exploración creativa y el pensamiento optimista

(Fredrickson y Tugare, 2003).

La Resiliencia no es una cualidad innata con la que nacemos, es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida. Algunas personas han aprendido después de ver en sus padres o entorno cercano estas actitudes y otras han ido desarrollándolas ellas solitas.

Todos podemos ser resilientes si cambiamos algunos hábitos y creencias. 

¿Cómo convertirnos en un persona Resiliente?

1. Conoce tus fortalezas y tus limitaciones. Conocernos en este sentido, nos ayudará a establecer metas objetivas que no solo tienen en cuenta nuestros sueños y deseos, sino también los recursos personales, familiares, sociales …con los que disponemos. Confía en esas capacidades que tienes para hacer frente a la situación de dificultad.

2. Desarrolla la creatividad, no se trata de repetir lo que no nos da solución, sino de encontrar nuevas formas de transformar esta experiencia. Las personas resilientes ven en la dificultad una oportunidad para generar un cambio, crecer siendo conscientes que estos momentos no serán eternos. Preguntaté ¿qué puedo aprender de esto?.

3. Desarrolla un optimismo realista. Esto no significa negar la realidad, se necesita una gran dosis de objetividad y aceptación pero con gafas optimistas. Nos ayudará rodearnos de personas que tienen una actitud positiva, una red social sólida que nos sostenga en estos momentos. El humor también nos ayudará a mantenernos optimistas y centrarnos en los aspectos más positivos.

4. Centraté en manejar tus emociones. Querer controlar todos los aspectos de nuestra vida es fuente de importantes tensiones y frustraciones. No podemos controlar todo lo que nos sucede pero sí aprender a manejar la incertidumbre del momento y nuestras emociones, buscando que estas, sean nuestras aliadas.

5. Sé flexible pero persiste. Las personas resilientes son flexibles ante los cambios, lo que no las lleva a abandonar sus propósitos. Por el contrario los distinguen su esfuerzo y perseverancia, fruto de una motivación intrínseca que los mantiene en la lucha hacia su meta. Conocen que ser felices es una cuestión de voluntad.

Si queremos que también los niños afronten estás situaciones con fortaleza, debemos ser conscientes que los adultos somos ejemplo de estas actitudes. No se trata de evitar que tropiecen y se caigan, sino enseñarles a levantarse, confiar que ellos pueden y en sus capacidades. Crear para esto un entorno de seguridad desde modelos de apego seguros, mirando la situación como una oportunidad de aprender.

Sabiendo con certeza que esta situación no es eterna y pasará os deseamos confianza en vuestras capacidades de hacer frente a esta situación y salir de ella siendo la mejor de las versiones de vosotros mismos.

¿Te animas a probar?

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Descubre tu Pasión!!


No podemos saber cómo será el futuro. El único modo de prepararse para él es sacar el máximo beneficio de nosotros mismos, en la convicción de que al hacerlo seremos todo lo flexibles y productivos que podamos llegar a ser.

Sir Ken Robinson

Todos deberíamos conocer aquello que se nos da especialmente bien, aquello en lo que somos realmente buenos y que siempre quisimos hacer, porque cuando estamos realizando una actividad de las que nos gustan, el tiempo pasa sin darnos cuenta. Sir Ken Robinson lo llama estar en tu elemento.

Algunas personas tienen suerte y descubrieron su elemento pronto, lo potenciaron y parte de su tiempo transcurre en él, hicieron de su pasión una forma de vida. Otros lo descubrieron más tarde, pero esto no lo invalida ya que nunca es tarde para conseguir aquello que te encanta y que quieres.

A veces cuesta encontrarlo pero si tienes la gran suerte de conocerlo, lánzate a la aventura, lucha por tu deseo e incorpóralo en tu vida. Es necesario parar y reflexionar, tomar un respiro ( en este post te explicábamos como hacerlo) y saber si estamos haciendo aquello que siempre hemos deseado, si no es así no tienes que continuar corriendo en la dirección que seguías, ni en la que marcan los demás, puedes elegir otros caminos para dirigirte hacia el lugar donde siempre quisiste estar.

«Vivir es atreverse, es arriesgar»


Las personas triunfadoras no son las más ricas, ni las más guapas, ni las que tienen más títulos, son las que le echan la partida a la vida y juegan. A veces pierden, pero muchas otras ganan, no se decepcionan con facilidad, tienen confianza en sí mismas, son perseverantes, superan obstáculos, son optimistas, disciplinadas y con una pizca de ambición por ser la mejor persona que ellas pueden ser.

«Pierde el miedo a equivocarte, los errores significan que lo intentaste»

Puede ser que tengas varios elementos y que tu vida vaya de uno a otro, danzando y enriqueciendo tus días, cargándote de momentos satisfactorios y mágicos. Probablemente en el camino te encuentres personas como tú, también apasionadas, ellas configurarán contigo tu tribu. Ellas te acompañarán al lugar donde realmente puedes conseguir tu máximo potencial.
Todos somos superdotados en algo, puedes tener facilidad para la música, para el deporte, como escritor, como comunicador, en las matemáticas, como organizador, en las manualidades o incluso como conversador…..aquí no hay reglas ni currículum evaluable, aquí se trata de ilusión, de la energía que emana de forma innata de ti, en el que podrías invertir horas y no cansarte.

«Vive la vida que siempre deseaste tener»

Día a día estamos rodeados de personas que están trabajando en su elemento, están consiguiendo satisfacciones y también derrotas, pero se atreven, siguen jugando porque saben que la vida es de los que toman acción, de los que aman y se apasionan, de los que no se conforman.
Atrévete como ellos, descubre tu elemento y lucha por potenciarlo e incorporarlo a tu vida, sal del sofá, ponte en acción y te esperarán experiencias maravillosas. No te acomodes, sal a ganarte la vida, el premio será una vida de aventura.

Escrito por: Iria Giráldez Ramallo

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Plan familiar para el uso de las tecnologías.

Son muchos los beneficios que nos aportan las nuevas tecnologías por ejemplo en la campo del intercambio de conocimientos, pero también es conocido su alto poder adictivo, introduciéndonos en un círculo de recompensa a través de la producción de la hormona de la dopamina.
Para algunas familias, organizar el uso de móviles, pantallas, y otros dispositivos digitales con niños, se convierte en una tarea diaria de gran desgaste.

El desarrollo infantil se despliega rápidamente en los primeros 5 años de vida, se trata de un periodo crítico de crecimiento y maduración. Cuando los niños de estas edades están observando pantallas pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar habilidades interpersonales, motoras y de comunicación. A su vez cuando están ante las pantallas se hacen más sedentarios, no practican habilidades como caminar o correr.

Es fundamental que conozcamos que los niños aprenden de las interacciones con otras personas, no con las pantallas, tales como encontrarse con una mirada, hacer un agujero en la tierra para esconder una piedra mágica o planificar la construcción de un castillo con cartones. Las pantallas pueden interrumpir esas interacciones con los padres y su entorno, limitando los intercambios sociales verbales y no verbales, esenciales para fomentar un desarrollo óptimo.

La evidencia es suficiente, para recomendar limitaciones del tiempo en el uso de medios digitales para niños entre 2 a 5 años a no más de una hora al día, y así permitir que los niños tengan tiempo suficiente para participar en otras actividades importantes para su salud y desarrollo.

¿Cómo hacer un buen uso de los dispositivos móviles y pantallas…cuando en casa hay niños?

La Asociación Americana de Pediatría nos facilita crear un plan personalizado para nuestra casa en función de la edad de los niños.

Algunas de las protestas que  nos sugieren llevar a cabo son:

  • Establecer zonas libres en casa sin pantalla. No permitir móviles y televisión en zonas como habitaciones, mesa de la cocina o comedor entre otras.
  • Tiempos libres sin pantallas, establecer como rutina que dispositivos como televisores, teléfonos, computadoras, juegos u otros aparatos electrónicos estén fuera de los límites en momentos específicos, especialmente en los horarios de cena y antes de ir a dormir.
  • Ver con los niños programas educativos o vídeos ya que los pequeños aprenden mejor cuando son vistos conjuntamente y hay interacción con los padres.
  • Limitar el uso dispositivos móbiles cuando paseamos por la calle al aire libre, en la escuela o mientras se hacen las tareas….

En el siguiente enlace podréis elaborar vuestro propio plan, en función de las edades de los niños, eligiendo aquellas actividades que queréis poner en marcha.  Además, no olvides  imprimirlo y colocarlo en un lugar visible donde toda la familia pueda verlo.

Elabora tu Plan Familiar

Recuerda que adquirir un nuevo hábito en tu familia va a requerir de persistencia, que seamos constantes en llevar a cabo lo que nos hemos propuesto y que nos convirtamos en adultos modelos de quienes los más pequeños puedan aprender.

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¿Quienes son las emociones?

 

“El miedo es el medio de descubrir lo que necesitas encontrar”

Álex Rovira y Francesc Miralles,

El Laberinto de la Felicidad

 Se habla mucho de las emociones incluso de cómo los padres deberían enseñarlas a sus hijos. Las emociones están continuamente presentes en nuestras vidas, y cada vez está más demostrado que el desarrollo emocional forma parte del desarrollo cognitivo, por eso la escuela juega un papel importantísimo a la hora de educar las emociones.   

¿Qué son las emociones y cómo nos puede ayudar conocerlas?.

Según se define en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española se trata de “una alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”.

En el Diccionario de Neurociencia, de Francisco Mora y Sanguinetti (2004) se define la emoción como “una reacción conductual subjetiva producida por la información proveniente del mundo externo o interno (recuerdos) del individuo. Se acompaña de fenómenos neurovegetativos. El sistema límbico es parte importante del cerebro relacionado con la elaboración de las conductas emocionales”.

Resumiendo, podemos definir la emoción como un “estado afectivo que experimentamos, una reacción innata, involuntaria y subjetiva que suele ir acompañada de cambios fisiológicos en nuestro organismo y expresiones faciales, motoras, etc.. Surge como reacción a una situación externa concreta, aunque puede provocarla también una información interna del propio individuo, como por ejemplo un pensamiento”.

Cuando decimos que se trata de una reacción innata e involuntaria nos referimos a que en todos los organismos la reacción emocional es un mecanismo puesto en marcha de modo automático. Imagina que una cebra se encuentra con un león hambriento en medio de la selva y detecta un peligro entonces responderá de forma automática, defendiéndose o huyendo. Pero si somos alguno de nosotros los que nos encontramos con este león, seguro que responderemos igual y que ninguno de nosotros nos quedamos reflexionando sobre cual es la mejor forma de convencer al felino para que no nos meriende.

De igual manera, si sentimos hambre ante un plato de comida también tendremos una reacción emocional que nos llevará a acercarnos a comer.

Lo adaptativo de emocionarse es que no tenemos que pensar para actuar, sino que al emocionarnos podemos responder o actuar con rapidez, ya que la emoción prepara nuestro cuerpo para evitar o enfrentar, defendernos o exponernos. Esta forma de reaccionar se ha ido adquiriendo a lo largo de la evolución de las especies,  todas las emociones cumplen funciones básicas para poder adaptarnos al medio y sobrevivir a los diferentes peligros del ambiente.

Estas reacciones ante el peligro o ante cualquier estímulo placentero obedecen a mecanismos universales codificados en el cerebro hace millones de años. Las emociones van a activar una parte del Sistema Nervioso que se conoce como Sistema Nervioso Autónomo o Vegetativo. Sin embargo, el hombre, a diferencia de otros seres vivos, gracias a otra parte de su cerebro que es la corteza cerebral, conoce sus emociones y puede ser consciente de ellas. Esto da lugar a los sentimientos que implica una participación de la conciencia y por tanto del cerebro más evolucionado. Por ejemplo: puedo tener la emoción de rabia por perder una carrera pero tendré el sentimiento de frustración si además de la rabia tengo un pensamiento asociado de “nunca podré ganar”.

Que poseamos este cerebro nos hace posible que desarrollemos la habilidad de autorregular nuestras emociones y poder manejar nuestros propios sentimientos, lo que nos va a permitir poder expresarlos de forma apropiada. La emoción ocurre irremediablemente, lo que sí que podemos controlar es la conducta asociada a dicha emoción.

Por eso, es necesario que en nuestra vida diaria integremos la cabeza y el corazón, ¿cómo?, aplicando algo de lo que ya hemos hablado en entradas anteriores, la inteligencia emocional  en la vida diaria.

Las emociones realizan la primera evaluación de la situación desde el punto de vista de cómo afecta a nuestro bienestar. Esto puede dar lugar en nuestro mundo interno a temores o esperanzas, deseos y miedos, informándote de si algo es importante para tu bienestar.

También van a comunicar sobre como es nuestro estado interno y deseos a los demás. El enfado, por ejemplo, señala que tenemos la intención de proteger nuestros límites, la tristeza que hemos perdido algo importante o la alegría que alcanzamos una meta.

Todo esto significa que las emociones nos pueden ayudar a conducir nuestras vidas.

Os dejamos este video que lo explica de forma muy sencilla y esperamos que conocer más sobre las emociones te ayude a conocerte mejor.

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¿Eres una persona emocionalmente inteligente?

“La inteligencia emocional representa el 80% del éxito en la vida”
Daniel Goleman

Todo lo emocional está muy de moda, eso lo saben bien los diseñadores de publicidad, hasta el punto de ver el otro día un anuncio donde una marca de cervezas nos animaba  a “expresar las emociones”, claro que para ellos su objetivo es vender más cervezas, no que seas emocionalmente inteligente y sepas manejarlas.

Las emociones juegan un papel muy importante en lo que pensamos, en las decisiones que tomamos y en nuestro éxito en la vida.

El término de inteligencia emocional fue acuñado por el psicólogo Daniel Goleman, basándose en el modelo de inteligencias múltiples de Gardner, como una inteligencia derivada de las inteligencias intrapersonal e interpersonal. Según Goleman se puede definir la Inteligencia Emocional en base a dos habilidades:

Una es reconocer, canalizar y manejar los propios sentimientos, habilidades que son propias de la inteligencia intrapersonal.

La otra habilidad supone manejar adecuadamente los sentimientos que aparecen en la relación con los demás, esta se corresponde con  la inteligencia interpersonal de la que nos habla Gardner.

Según el autor del libro Inteligencia Emocional, ¿cuales son las cualidades de las personas emocionalmente inteligentes?:

Conocen sus propias emociones. La mayor parte de nosotros tenemos más capacidad para expresar lo que pensamos que lo que sentimos. Poder tener conciencia de las propias emociones en el momento en que ocurren nos posibilita poder decidir nuestro comportamiento. Por el contrario una incapacidad en este sentido nos deja a merced que decidan por nosotros las emociones de forma incontrolada.

Conocen como manejar la emociones. Esto supone la habilidad de poder manejar nuestros propios sentimientos, lo que nos permitirá poder expresarlos de forma apropiada, sin dañar a los demás ni a nosotros mismos. Para poder llevar a cabo esta habilidad será requisito imprescindible que contemos con la primera de las características, que seamos conscientes de nuestras propias emociones en el momento en el que suceden.

Se motivan a ellos mismos. La motivación y la emoción se relacionan íntimamente. Una determinada emoción nos va a acercar o alejar de nuestro objetivo, por ejemplo el miedo tiende a alejarnos a decirnos que no podemos mientras que la impaciencia puedo provocar que tomemos decisiones que nos nos beneficien, a su vez la confianza es un buen aliado para acompañarnos en nuestros proyectos. El autocontrol emocional, del que ya hemos hablado en este blog, supone demorar gratificaciones y dominar la impulsividad, las personas que cuentan con estas capacidades tienden a ser más efectivas en los proyectos que emprenden.

Reconocen las emociones de los demás. Esta habilidad es conocida como empatía, y nos permite sintonizar mejor con las señales que indican lo que sienten las otras personas y pueden necesitar o desear.

Tienen la capacidad de establecer relaciones sociales. Se trata de una competencia social básica en un líder, contar en su repertorio de comportamiento con estas habilidades sociales les facilita mantener relaciones suaves y efectivas con los demás.

El conocimiento de nosotros mismos o autoconciencia es la base de las otras competencias, es el que permite poner en practica, el autocontrol y la motivación.

Para la persona emocionalmente inteligente cada momento es una oportunidad para ser consciente de sí mismo.

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Ser Feliz es cuestión de Voluntad

Actualmente con solo un click podemos comprar aquello que queremos y que no hay en nuestra ciudad o enviar un mensaje a la otra punta del planeta. Parece que estamos avocados a la necesidad de la gratificación inmediata ante cualquier impulso apetitivo. Nuestro valioso tiempo a veces nos hace actuar lo antes posible a pesar de que el ser paciente pueda traernos mejores consecuencias en muchas ocasiones.

Entre los 3 y los 6 años un niño comienza a controlar de alguna manera sus impulsos aunque no todos tienen las mismas destrezas para el autocontrol. El psicólogo Walter Mischel inició una investigación hace más de 40 años para medir esa habilidad de demorar una gratificación, o lo que conocemos por “fuerza de voluntad”, en los niños. Esta es la habilidad de abstenerse de recibir un elemento gratificante de manera inmediata, con tal de recibir otro elemento más deseado, a pesar de que implique una espera más larga. Mischel observó que por norma general los niños menores de cuatro años no eran capaces de demorar la búsqueda de satisfacción. Ello se debe, entre otras cosas a la falta de desarrollo de su lóbulo frontal, el cual no alcanza su máximo nivel de desarrollo hasta que es adulto. Después de realizar seguimiento a los niños investigados encontró que esta habilidad podía influir en la edad adulta.

Las personas poseemos una gran caja de herramientas o fortalezas personales que podemos usar para construir una vida más feliz. Entre los rasgos psicológicos positivos, que la comunidad científica ha identificado, se encuentra la autoregulación o autocontrol. Esta fortaleza hace referencia a la capacidad que tenemos de regular los propios sentimientos y nuestras acciones.

Saber cuando actuar y saber cuando esperar, para obtener un resultado concreto que te ayude a vivir y construir una vida que te haga feliz, es una destreza que se puede enseñar. Pero deberemos tener en cuenta que si una impulsividad sin control nos puede ocasionar tomar decisiones erróneas, el uso excesivo de esta “fuerza de voluntad” o autocontrol puede suprimir la alegría de vivir y conducirnos a una vida gris.

Encontrar el equilibrio entre controlar nuestros impulsos y vivir de forma espontánea es la habilidad que nos acerca a la felicidad.

 

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La Gratitud, una fuente de Bienestar.

«La gratitud puede hacer tu vida más feliz y satisfactoria»

Martin Seligma, psicólogo y escritor, principal representante de la Psicología Positiva.

Las investigaciones efectuadas desde la Psicología Positiva han ofrecido datos sobre la asociación positiva de la gratitud con conductas prosociales, emociones positivas, satisfacción con la vida, el optimismo, la esperanza, vitalidad y percepción subjetiva de felicidad (McCullough, Emmons y Tsang, 2002). A la vez que nos protege de desarrollar alteraciones psicológicas como la depresión, la ansiedad o el consumo de sustancias, como reseñan Bono y McCullough (2006).

La gratitud, o la capacidad de ser agradecidos, nos permite reconocer los aspectos pasados y presentes positivos, buenos, aquello que nos ha beneficiado de algún modo y que, por lo tanto, ha otorgado un significado agradable a nuestra existencia (Peterson y Seligman, 2004; Emmons, 2007).

Cuando reconocemos todo lo que somos y tenemos, nos hacemos consciente de ello, nos sentimos afortunados y eso aumenta nuestra capacidad de acción.

Esta actitud de agradecer no se limita solo a cuando las cosas salen como uno desea, sino incorporarlo como un habito de vida va a transforma nuestra percepción del mundo, cambiando nuestra mentalidad de insuficiencia por otra mentalidad de satisfacción, ya que nos centramos en lo que sí tenemos y no en lo que nos hace falta.

Lo bueno es que esta fortaleza personal  es una habilidad que se puede desarrollar fácilmente practicando unos minutos al día. Estas son algunas ideas para comprobar en ti los beneficios de esta práctica:

  • Mira por la ventana o sal a la calle y encuentra algo que aprecias.
  • Proponte decirle todos los días a tu pareja o a una persona amiga algo que aprecias de ellos.
  • Escribe una carta a alguien a quién estás agradecido.
  • Elabora una lista con los nombres de las personas a quienes tienes algo que agradecer..
  • Llama a una persona para darle las gracias por los buenos momentos.

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